lunes, 14 de marzo de 2011

Capitulo 34. La aventura nórdica continua.

De nuevo en la oscuridad. Y aunque los días ya van siendo mucho más largos siempre será la oscuridad. 


Estoy bastante triste. si, si que me quiten "lo bailao" pero.. la que está aquí, ahora, sola soy yo. No vosotros. Y si por lo menos asomara el sol...sería más soportable. Necesito un par de días más para volver a darme cuenta de que he vuelto. 
Además se que la semana que he vivido...es algo irreal..si viviera en Barcelona, probablemente todo sería diferente, no se como, pero no como esta semana, eso seguro. Tampoco tengo ganas de meterme en ese jardín ahora. 


El viaje fué largo, agotador y triste... no me di cuenta de ello hasta que llegué a Oslo. Me pasé el vuelo mirando una peli, Once, gracias J. Me pareció un dramón. Van a estar amargados el resto de sus vidas, están enamorados el uno del otro y ella lo recordará cada día de su vida cuando se siente a desayunar delante del piano. Un drama esto de los amores imposibles. Cuando terminó la peli...mire por la ventanilla, para ver si ya habíamos salido de la nube...y...si...estabamos llegando a Oslo...y...un manto blanco lo cubría todo. Cuando aterrizó el avión vi que no sólo era un manto..si no que eran dos metros de nieve...genial, por suerte en los escandinavos no tienen los problemas que tienen en el resto de Europa con la nieve. 
Pasé muchas horas en el aeropuerto, tanto que me dio para pensar demasiadas cosas. La primera...tengo la sensación de que estoy cometiendo una estupidez. No se, quizás...me equivoco haciendo...lo que hago en estos momentos. 
La segunda...no entiendo como la gente va comoda con las botas de esquiar puestas. Si, algo muy típico en los aeropuertos es ver a gente que viene directamente de las pistas de esquí, todos traen su equipo. Y no se molestan ni en cambiarse, les da igual todo. 
La tercera...no hay tercera. Pensé demasiado, estaba muy cansada..y el pensar tanto se paga caro. Terminé secandome las lágrimas en la manga de la camiseta de un chico muy majo (y guapo) que iba a Tromso. Invitada quedé a ver las auroras. 


Pasadas las esperas, por fin mi vuelo. Con las dictadoras, porque eso, no son azafatas, son dictadoras. Por fin Stavanger. Harta ya de aeropuertos, salas de espera, aviones y gente...me fuí en taxi a la ferry station. El taxista parecia andaluz. Siisi, hablaba un dialecto del noruego muy parecido al andaluz. Fué el broche de oro para una semana completamente irreal.




Necesito un par de días para hacerme a la idea de que mi normalidad...vuelve.

No hay comentarios:

Publicar un comentario